08 Ene Ganancias secundarias
8 de Enero del 2016
Publicado por Grupo Reforma
Es paradójico, pero contundente: tiene sus ventajas vivir atiborrado de problemas, en medio del conflicto o con algún tipo de padecimiento.
Estas ventajas o ganancias secundarias, como se conocen en psicología, son de carácter subconsciente, ya que el sujeto no alcanza a entender por qué está atrapado en esta dinámica y poco sospecha de que él mismo es el que se las ingenia para repetirla y mantenerla.
Por ejemplo: a un cuarentón le “tocan siempre” empleos malos y sigue desempleado viviendo con sus padres; un emprendedor disuelve al recién formado Consejo de Administración; un directivo crónicamente lincha a sus subordinados; un supervisor se enemista sistemáticamente y se justifica diciendo que “no lo dejan trabajar”.
En el plano personal: una señora rompe con su marido alcohólico tan pronto él deja de beber; un marido se torna pasivo-agresivo con su esposa cuando le dan una promoción en su trabajo.
Otro caso puede ser el empresario que se perpetúa en una dinámica de éxito/fracaso y que va más o menos así: del suelo se levanta, con esfuerzo vence la adversidad y obtiene éxito y reconocimiento. Luego “ocurre” que se mete en problemas: sub o sobreinvierte, toma decisiones autodestructivas, lo pierde todo otra vez y desde las cenizas emprende el siguiente desdoble.
Las ganancias según Freud son de dos tipos: la primaria, intrapsíquica, y que logra reducir la ansiedad como resultado de una operación defensiva, y la secundaria, considerada como una ganancia interpersonal o social.
Lo escandaloso de esta idea es que explica, por lo menos parcialmente, la insistencia de ciertas personas o empresas en afanarse a problemas ya que en el fondo no quieren una solución.
Resulta difícil de creer, pero este proceso está, infelizmente, poco documentado; el establishment de pensamiento gerencial no lo tiene ni siquiera en el radar. La realidad es que por más que ciertos sujetos lo griten o lo declaren, hay personas que optan por realimentar el problema porque inconscientemente la solución les resultaría más amenazadora, desconocida y, sobre todo, cargada de responsabilidad.
De ahí que los que nos dedicamos a la consultoría tenemos que tener este sensor de complejidades e inconsistencias de ciertos líderes. Si en algo ha ayudado la neurociencia moderna es a probar que nuestra especie está bastante alejada de ser racional.
En general, las ganancias secundarias sirven para:
– Estructurar el tiempo. Como alguien que tiene poco qué hacer y su miseria le da rutina y sentido. Los negocios que funcionan bien, por otro lado, dan holgura para el drama corporativo.
– Ser el centro de atención. El ejecutivo o la empresa que siempre está en crisis y tiene penas y temas que contar.
– Controlar a otros. El drama es manipulativo.
– Reducir o evitar responsabilidad: “mi condición no me lo permite”.
– Reforzar un guión de vida o una posición existencial: “es por mi infancia o el trauma que tuve”
– Ratificar la premisa inconsciente que se tiene de otros: “los hombres/mujeres son malos”, “los subordinados no entienden”.
– Culpar a variables exógenas: “la situación es mala, la competencia no tiene ética, el proveedor siempre me falla”.
– Recibir subsidios. “Si no me dan, no puedo”.
¿Cómo saber si está en un dilema entrampado con las ganancias secundarias?
Si los problemas son los de siempre, se aprecian patrones y el resultado no cambia, pudiera sospecharse la presencia de las ganancias secundarias.
horaciomarchand@marchandyasociados.com
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